Cuarto oscuro


Por Claudio H. Cova Presidente de la Federación Bioquímica de la provincia de Buenos Aires

Entramos sin lugar a dudas en un año electoral, año de definiciones políticas en el que escucharemos propuestas, seguramente la mayoría de las cuales quedarán como enunciados incumplibles de cosas que nunca se harán realidad.


Hemos atravesado casi cuatro años de un gobierno sin rumbo, sin convicción, sin compromiso, que hizo de la tibieza y de quedar a mitad de camino sus melodías más conocidas.


En este país, el futuro es la utopía permanente de un tiempo que amenaza con venir pero que nunca llega y se queda atascado, esposado, atado a un presente inconcluso que tiene principio y no tiene final.


El Sistema Sanitario Argentino ha sido mencionado como nunca antes, sin embargo las soluciones a sus problemáticas no llegan.


Nosotros desde FABA propiciamos el debate sobre el Sistema Sanitario al comienzo de esta gestión de gobierno nacional, aún antes de la pandemia, pero esos enunciados, algunos más ideológicos que técnicos, otros más efectistas que reales, otros directamente más similares a discursos de Centros de Estudiantes que ha propuestas profesionales, académicas y serias, nunca tuvieron la oportunidad de hacerse realidad.

En todos los casos, los ríos de tinta generados se fueron partiendo en cauces que no llegaron a ningún lado, pero que igualmente alcanzaron para ahogar las pocas oportunidades que brindó la pandemia.


Estamos en presencia quizás de la anestesia social más brutal de la historia argentina, el acostumbramiento a la falta de una gestión seria, a un parlamento momificado, a la falta de oportunidades y a la total indiferencia hacia la población general, todo nos lleva a un embudo donde el fracaso es el destino asegurado.


Las instituciones intermedias de la Salud, incluida FABA, se transformaron en centros de formación de malabaristas que tienen que equilibrar las falsas promesas de transferencia de recursos por un lado, con el aumento ininterrumpido de todos los costos de nuestros servicios por el otro.


Tratamos siempre de transmitir esperanza, pero la realidad nos aplasta como una roca gigante y nos impide avanzar con fluidez.


Tenemos que estar unidos más que nunca, la incertidumbre va a continuar y es ya en sí misma, una forma de gobierno; ese miedo a no saber paraliza y nos transforma en funcionales a un sistema perversamente ineficiente y que pone en riesgo a la salud de toda la población.


Nuestra voz sigue presente, a pasos lentos avanzamos, sobrevivimos, nos mantenemos a flote en medio de la catástrofe, la seguiremos levantando con el deseo de que podamos cambiar todo lo que está mal.


Y como paradoja final, en pleno año en el que nuevamente elegiremos a nuestros gobernantes, el sistema sanitario todo es lo más parecido a un cuarto oscuro.



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