Epidemias en nuestro país en los siglos XIX y XX


Material extraído de la sección “Destilando historias” del Boletín de Noticias del Centro Bioquímico Distrito I


La enfermedad respiratoria aguda y contagiosa, conocida como gripe o influenza, ha afectado a la humanidad desde tiempos antiguos. Hipócrates, el padre de la Medicina, en el año 412 a.C. describió estas afecciones respiratorias que persistían por pocas semanas y desaparecían caracterizando lo que hoy llamaríamos epidemias del pasado. Numerosos episodios similares a los de la Edad Antigua fueron descriptos en la Edad Media, uno de ellos en Italia a inicios del siglo XV atribuido a la influencia de las estrellas, de allí el nombre de influenza. Los franceses, cuando se vieron afectados la denominaron grippe que proviene de un vocablo suizo-alemán que significa agarrar, acurrucar. Por aquellos tiempos se incrementaron los viajes marítimos extendiendo la enfermedad por el mundo, el segundo viaje de Cristóbal Colón la habría traído al continente americano registrándose en 1580 la primera pandemia, que se habría originado en Asia extendiéndose luego a África y Europa. La pandemia de 1918-1919 es considerada la más devastadora de la historia por haber infectado aproximadamente a un tercio de la población mundial, alrededor de 500 millones de personas, de las cuales se estima que fallecieron aproximadamente 40 millones. El primer caso fue reportado en Estados Unidos, eran tiempos de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) con movimientos masivos de tropas que propagaron la enfermedad llegando a Europa. Inicialmente afectó a Francia, y luego a España, un país neutral durante la guerra que al carecer de censura registraba y difundía los casos de esta nueva enfermedad por lo cual es conocida como “gripe española”. La población estaba debilitada por los efectos de la guerra, por lo cual al cuadro respiratorio de esta afección se le sumaron otras patologías, entre ellas bronconeumonías bacterianas, para las cuales se carecía de un tratamiento adecuado, siendo esta una de las causas de su alta mortalidad. A inicios del siglo XX en Argentina se daban cambios políticos, educativos, económicos y sociales, entre ellos la llegada del primer presidente elegido democráticamente, Hipólito Yrigoyen, representante de la Unión Cívica Radical, la Reforma Universitaria iniciada en la Universidad de Córdoba, que abrió las universidades al desarrollo de nuevos conocimientos, la transformación en un país agro-exportador y el crecimiento poblacional. Estos dos últimos fueron motivados por la fuerte inmigración de fines del siglo anterior. Por esos años la ciudad de Buenos Aires contaba con un millón y medio de habitantes y el centro del país, estaba en continuo crecimiento con una economía agropecuaria pujante destinada al desarrollo interno y externo del país, no sucediendo lo mismo en las provincias del noroeste y los territorios del sur argentino. Entre Mayo y Junio de 1918 periódicos como “La Nación”, en medio de estos cambios, comenzaron a informar sobre una extraña enfermedad que hacía estragos en España. Quienes accedían a esta información la sentían una realidad lejana, por la distancia y por no ser un problema importante para el Estado y la sociedad argentina, preocupados por enfermedades, como tuberculosis, viruela, peste bubónica y sífilis, entre otras. A pesar de estos anuncios, no tenidos en cuenta, la gripe arribó desde Europa en barcos cargados de inmigrantes que llegaban huyendo de la miseria y de la guerra, a un país con un sistema sanitario desarticulado. Si bien existía un Departamento Nacional de Higiene encargado de tomar medidas a nivel nacional en caso de epidemias y en cada provincia había Consejos Provinciales de Higiene, la llegada de este nuevo flagelo desconcertó a los médicos y generó miedo en la sociedad. La gripe o grippe como solía llamársela se manifestó en dos oleadas, la primera a fines de1918, relativamente benigna, iniciándose en la ciudad de Buenos Aires y extendiéndose al interior, en especial al noreste, provocando unas dos mil muertes. La segunda se produjo entre Abril y Septiembre de 1919 afectando a todo el territorio nacional, impactando fuertemente, en términos de mortalidad, en las provincias del noroeste más pobres y atrasadas como Salta y Jujuy y diseminándose luego al centro del país, provocando más de doce mil muertes. El presidente Yrigoyen se reunió con el director de Asistencia Pública y Departamento Nacional de Higiene, el jefe de Policía, el ministro del Interior y el intendente de la ciudad, poniendo énfasis en políticas destinadas a combatir la enfermedad especialmente en la ciudad de Buenos Aires. Las medidas se focalizaron en evitar reuniones masivas para cortar la cadena de contagios mediante el cierre de establecimientos donde se reunía la población, como espectáculos públicos, bares, restaurantes, burdeles, escuelas, iglesias, procesiones y velorios, la desinfección de transportes públicos y calles, la limpieza del riachuelo y promocionando la buena higiene personal sugiriendo no darse la mano a modo de saludo. Para resguardo de la población, se decidió el aislamiento y cuarentena de inmigrantes sanos y enfermos que llegaban en barcos procedentes de Europa, en el lazareto de la Isla Martín García, en tanto los enfermos graves eran derivados al Hospital Muñiz. Como prevención se hacían desinfecciones con fenol, cresol (creolina), soluciones de hipoclorito de sodio o de bicloruro de mercurio en lugares públicos, oficinas y tranvías. Se exigió el cumplimiento de la ordenanza de 1902 que prohibía salivar en el suelo. Los diarios nacionales y provinciales, como se ve en las imágenes, divulgaban remedios, desinfectantes con soluciones de agua oxigenada o mezclas de aceite y mentol, el uso de naftalina en la ropa, la ingesta de alcanfor para evitar el contagio de la “grippe” o para generar un mayor bienestar al momento de padecerla. Además, se acordó con el gobierno de Uruguay la desinfección de los puertos de Buenos Aires y Montevideo, en tanto los Consejos Provinciales trataron de implementar las mismas medidas pero no tuvieron buen nivel de acatamiento, principalmente por la oposición de la Iglesia. Las medidas tomadas generaron rechazo en la Iglesia, en los viajeros que no querían cumplir la cuarentena y en la población en general que se expresó en una manifestación en su contra con una marcha de velas por la calle Corrientes. A pesar de estas medidas de prevención tomadas, la enfermedad siguió avanzando, volvió el miedo en la sociedad, puso en jaque al Estado en sus diferentes niveles, confundió a la medicina que no tenía respuesta frente a este flagelo y fue un arma de sectores políticos y periodísticos para ejercer oposición bajo el título “La gripe, la peste radical”. En la historiografía médica argentina, esta gripe española estuvo prácticamente olvidada hasta hoy y su impacto en el interior del país tuvo características de epidemia severa que merece ser recordada. Las medidas, en conjunto, no parecen muy diferentes a las tomadas en 2009, frente a la epidemia de gripe A (H1N1) y en la actualidad frente al coronavirus.


Fuente:

- Americanía. Revista de Estudios Latinoamericanos. Nueva Época (Sevilla), n. 6, p. 207-229, jul- dic, 2017, La Gripe Española en el interior de la Argentina 1918-1919.
- https://www.medicinabuenosaires.com/indices-de-2010-a-2018/volumen-78-ano-2018-no-2-indice/
- https://www.infoarenales.com/2020/04/la-llegada-de-la-gripe-de-1918-a-la-argentina-acciones-de-gobierno-y-reacciones-de-la-poblacion/
- https://web.archive.org/web/20180417030514/http://www.revbiomed.uady.mx/pdf/rb991017.pdf

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